martes, 13 de abril de 2010

CDEI III. RECUERDOS DE PORCELANA

La noche se paseaba

con la túnica de gala

para cedernos su trono

y proclamarnos monarcas.


Y sus hijas, las estrellas,

hasta el alba recitaban

estrofas de dramas franceses,

su son nos acompañaba.


La luna acudía a veces

e iluminaba la sala.

Otras veces se escondía,

en tinieblas se escudaba


porque no era la más bella.

Tu resplandor envidiaba

porque tu luz era propia,

no espejo que reflejara.


El sol se movía inquieto

pues su hora no llegaba.

Si pensábamos reinar,

al día le preguntaba,


sobre la claridad diurna,

imperio que dominaba.

Celoso y enfurecido,

a veces tu piel quemaba.


Pero estaba tan distante,

a una altura tan alta,

que su lucha y su defensa

fueron baldías, vanas.


Ocupamos su castillo,

las torres, las almenaras

y cabalgamos desnudos

sobre su pira y sus llamas.


El sol nos retó en un duelo.

Con mi magia y con tu espada

lo volvimos nuestro esclavo,

niñera leal y anciana.


Lágrimas en la niebla,

recuerdos de porcelana.

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