jueves, 29 de abril de 2010

AZUL SOBRE VERDE

Éste es el cuarto fragmento del poemario "Cuando duerma en Inglaterra" y es uno de los más especiales para mí.

Hay almas que burlan al pasado,

presencias que aguardaron escondidas

a alzar el vuelo;

sobrevivieron ocultas en un nido

de paciencia infinita,

cautela reservada

para amaneceres futuros.


Forjaron el temple de su daga

para honores venideros,

urdieron romances cernidos

en la música del viento.

Y buscaron sus deseos

por océanos de espacio y tiempo

hasta hallar su razón, su vida,

recompensa merecida.


Rasga la trama,

que el oro va cruzando

una melodía

de azúcar y aire.

La luna colorea

aromas de jazmines

girando con el cisne

de alas estelares.

Orión el cazador

ajusta su ballesta

y lanza una saeta

sedienta de amor.


Azul sobre verde,

sonríe hasta el final,

un último baile,

un último vals.


Verde sobre azul,

me has de reservar

un último baile,

un último vals.


Autora: Vanessa Navarro Reverte. Todos los derechos reservados.



martes, 13 de abril de 2010

CDEI III. RECUERDOS DE PORCELANA

La noche se paseaba

con la túnica de gala

para cedernos su trono

y proclamarnos monarcas.


Y sus hijas, las estrellas,

hasta el alba recitaban

estrofas de dramas franceses,

su son nos acompañaba.


La luna acudía a veces

e iluminaba la sala.

Otras veces se escondía,

en tinieblas se escudaba


porque no era la más bella.

Tu resplandor envidiaba

porque tu luz era propia,

no espejo que reflejara.


El sol se movía inquieto

pues su hora no llegaba.

Si pensábamos reinar,

al día le preguntaba,


sobre la claridad diurna,

imperio que dominaba.

Celoso y enfurecido,

a veces tu piel quemaba.


Pero estaba tan distante,

a una altura tan alta,

que su lucha y su defensa

fueron baldías, vanas.


Ocupamos su castillo,

las torres, las almenaras

y cabalgamos desnudos

sobre su pira y sus llamas.


El sol nos retó en un duelo.

Con mi magia y con tu espada

lo volvimos nuestro esclavo,

niñera leal y anciana.


Lágrimas en la niebla,

recuerdos de porcelana.

jueves, 1 de abril de 2010

CDEI II. EL COFRE DEL TESORO

Un día
las olas llamaron
a las puertas de mi casa
con cánticos de nereidas
y sonidos de tritones:

“¡Abre! ¡Despierta!
Asómate a la ventana.
Te entregaremos un cofre
lleno de ocultos tesoros,
placeres inconfesables,

de perfumes y beldades,
momentos inolvidables.
¡Abre! ¡Toma las llaves!
¡Haz saltar el cerrojo,
quita el candado!”

Eras tú.
Al tenerte destapado
sentí que me mareaba,
sentí que me emocionaba
por encima de lo humano.

Con la piel en llamaradas
si me rozaban tus dedos,
tus ojos me acariciaban
con lagunas de silencio;
o atravesaban mi cuerpo

como flechas encendidas,
mientras yo me columpiaba
en trazos de tu sonrisa.
Y protegías mis manos,
depositabas un beso

que se multiplicaba en haces
por los ríos de mis nervios.
Me abrazabas
con temor respetuoso
a que volara

o me desvaneciera en el aire
como burbuja irisada.
¿Con qué alas me seguirás?
¿Qué aspecto adoptarás
para enlazarme a tu cuerpo

vestida de lluvia celeste?
Cada vez que me mirabas
se acababan los inventos,
descubrías mi ser auténtico,
la Reina del Firmamento.

Y te traía regalos
desde galaxias lejanas
para coronar tu pecho
con fulgores que aumentaban
el brillo de tu mirada.

O desbordaban tus labios
palabras envueltas en versos,
preludio de sinfonía
de arrullo y sinceridad.
Palabras que me impregnaban
de pura sensualidad.