POSESIVIDAD
Primero pensé que eras
el ojo de Dios,
presencia reconfortante
que me guiaba por los caminos correctos.
Me sentía protegida
bajo tu inexorable vigilancia.
Luego empecé a dudar…
¿no es demasiada atención?
Y pasé a pensar que eras
el ojo del Gran Hermano
metiéndose en mi intimidad,
ahogando los resquicios
más ocultos de mi ser, de lo que yo era,
moldeándome como arcilla en tus rudas manos.
Ni un segundo de descuido te permitías,
me permitías. Vivía en una jaula eterna.
Ahora sé que eres
el ojo de Sauron,
una malevolencia
que aterra mis noches y mis días,
que ruge por mi posesión
o la toma por la fuerza.
¿Cómo has podido cambiar tanto?
Me equivoqué: tú no has cambiado.
El monstruo siempre estuvo allí;
es mi ojo el transformado.
Autora: Vanessa Navarro Reverte
Un muy interesante escrito que nos muestra los disfraces que en ocasiones nos vestimos, tendremos que ser cautos y desenmascarar al monstruo antes de que actue.
ResponderEliminarUn abrazo Vanesa.
Que bueno chiki, me encanta.
ResponderEliminarUn beso
Tiguaz, en efecto, a veces lo que es en verdad peligroso es engañarnos a nosotros mismos y consentir o justificar acciones de otros que nos perjudican en nombre del amor o de la idea de que nosotros podremos cambiarlos y convertirlos es criaturas celestiales. Las semillas del maltrato se ven muy pronto, comienzan con cosas como estas y hay que abrir bien los ojos para evitarlo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, tus visitas siempre son muy apreciadas.
Gracias, guapa, me alegro de que te gustara, es un tema serio tratado quizás desde una óptica no muy habitual.
ResponderEliminarBesos.
Uy, me fue dando más pena a cada verso que avanzaba. Me gusta el final: es mi ojo transformado!!! Besossss. M
ResponderEliminarMara, es un honor que pases por aquí, sí, es un poema duro . El final es una aceptación de lo que estaba allí desde el principio.Besos también para ti.
ResponderEliminarLo que más me fascina de este es la capacidad de transmisión de la terrible historia exterior e interior solo a partir de la descripción de la mirada. Alguien que mira como lo miran, es muy duro, es verdad. Por algo una peli se titula también "te doy mis ojos", que es lo que nunca hay que dar. Un abrazo, preciosa.
ResponderEliminarMadelyne,
ResponderEliminarEse albedrío de conducir la pupila para ver lo que pretendemos. Virar hacia donde el camino parece menos escabroso y caminar, caminar, hasta toparnos con el final, y descubrir el amargo sabor de un desnudo aparentemente inadvertido; el olor a pólvora de la bala recién disparada…
El cierre me parece espectacular, de tono filosófico, y hasta resignado.
Un placer visitarte.
Patricia
Alba, gracias por tu comentario, pretendí explicarlo usando un único motif, un punto de vista determinado y limitado. Y, en efecto, es un poema duro, acorde con el tema que toca.
ResponderEliminarBesos, siempre es una alegría saber de ti.
Patricia, magnífico comentario, has desnudado la esencia del poema.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya impactado el final, es un honor.
Besos, guapa.
Realmente un poema fuerte. Una de esas creaciones que nos revelan esa parte que ocultamos los seres humanos y que desafortunadamente sale a relucir frente a los seres que en realidad amamos. Es de apreciar en el texto no sólo la profundidad con la que se trata el tema, sino la maestría con la que se concatenan las palabras, el equilibrio y el ritmo de cada una de las frases que lo constituyen. Felicitaciones.
ResponderEliminarJesùs David Buelvas
Jesús, gracias por tu magnífico comentario, disculpa la tardanza en contestar. Me alegro de que te gustara.Un abrazo.
ResponderEliminarCuando cada cinco días muere una mujer en manos de un monstruo ¿quien se atreve a decir que quien te ama te hará llorar? Es mentira quien te hace llorar no te ama.
ResponderEliminarEs bueno tener buen ojo para verlo antes de que aparezca del todo, sin remedio.
Eso es lo que destacas en tu poesía, la necesidad de ver al monstruo, detectarlo.
Besos.
Jesús, tienes mucha razón en lo que dices. Y, en efecto, el propósito último de este poema es el de abrir los ojos antes de que sea tarde. Un placer que me visites. Abrazos y besos.
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