LA SORPRESA
Pelo rubio ceniza natural, con vetas casi blancas y textura sedosa. Ojos azul pálido, adornados con unas gafas que aportaban inteligencia sin restar belleza. Complexión esbelta y elegante, envuelta en ropa informal pero bonita. Dedos largos y delicados que jugueteaban con el móvil o se perdían en el bolso que la acompañaba, buscando unos chicles. En el asiento de al lado se veía una carpeta llena de apuntes sobre la que descansaba un libro de poesía.
Todo en ella era perfecto y atrayente y mi mirada volvía indiscreta cada vez que intentaba apartarla. En un par de ocasiones me sonrió con timidez y una sonrisa Stendhal apareció en mi rostro como respuesta. Este intercambio convirtió el trayecto en autobús en un tiempo ganado y no perdido.
Llegamos a la parada en la que tenía que bajar para encontrarme con mi hermano y ella también se levantó para apearse. Le cedí el paso y nada más salir se echó en brazos de un joven que la cubrió de besos. Los observé y los ojos del chico se cruzaron con los míos.
— ¡Sandra! — saludó con alegría.
Devolví el saludo sin ganas y pensé: "Así que esta era la sorpresa que iba a darme mi mellizo".
Autora: Vanessa Navarro Reverte
La deliberada ambigüedad le da un ambiente envolvente y sugerido al relato que te hacen desear que continúe. Delicioso.
ResponderEliminarGracias por leer y por tus amables palabras, Pedro. Saludos.
ResponderEliminarBuen comienzo... ya hace que pensar, me gusta.¿cuando mas?
ResponderEliminarHola, Isaboa, bienvenida.
ResponderEliminarEn principio es un microrrelato autoconclusivo, aunque quizás haya algún tipo de continuación. Resultaría interesante...
Gracias por tu comentario y por seguirme, estás en tu casa.
Un cordial saludo.
Me has dejado pensando en los convencionalismos que hacen posible la sensación de sorpresa que te embarga al terminar de leer.
ResponderEliminarPara reflexionar, desde luego.
Gracias, Natalia, es una alegría que mis letras den lugar a reflexiones tan interesantes como la que has dejado. Un abrazo.
ResponderEliminar