Gris
Los argumentos utilizados por la
Defensa y por la Acusación habían alcanzado un punto muerto que ninguno
de los bandos parecía capaz de superar: los abogados destacaban una
virtud de su defendido, los fiscales sacaban a relucir una mácula oculta
y la agria discusión volvía a comenzar.
El Juez, impaciente, ojeó
la lista de casos pendientes para aquel día y arqueó una ceja con
disgusto; el trabajo debía cumplirse en la fecha prevista y el presente
juicio ya les había robado un tiempo precioso.
—Es suficiente —dijo—. No se admiten más alegaciones, voy a proceder a dictar sentencia.
Los
abogados obedecieron humildes y respetuosos, mientras que en los ojos
de los fiscales brillaron miradas oscuras y desafiantes. El Juez,
ignorando la provocación, observó al acusado y comprobó que la primera
impresión que había tenido sobre él era cierta. Gris. Un gris perfecto, puro,
con igual cantidad de luz que de tinieblas, con la misma ausencia que
reflejo de color.
—El acusado deberá cumplir reencarnación.
Un
agujero se abrió y el alma fue devuelta a la Tierra, donde esperaría
hasta que en su próxima muerte pudiera decidirse si merecía ir al Cielo o
al Infierno.
Autora: Vanessa Navarro Reverte.